Futuro del federalismo, por Eliseo Aja
Catedrático de Derecho Constitucional de la UB
El pasado 26 de septiembre se realizó en Madrid la presentación de la Asociación por una España federal, y su líder más notable –Nicolás Sartorius- explicó el manifiesto correspondiente, que aborda la crisis del sistema autonómico y las reformas necesarias, así como el impulso de Europa hacia una mayor integración política por efecto de la globalización (El país del día siguiente).
Por otra parte, el próximo 6 de octubre federalistes d’esquerra realizará en Hospitalet una Jornada con diversos debates y mesas redondas agrupados bajo el rótulo “por una España federal en una Europa federal”; se tratarán los problemas de financiación y los movimientos sociales ante la crisis del Estado de bienestar y las posibilidades de su reforma (federalistesdesquerra.org)
En ambos casos se reunirán miembros de estas dos asociaciones, así como las creadas en el último año en Andalucía, Aragón, Comunidad Valenciana, Cantabria, Madrid y Euskadi… con un fundamento y unos propósitos muy similares. Quizás sorprenda la aparición de estos núcleos federales pero en realidad debería extrañar lo contrario, el desdén hacia la opción federal cuando España presenta la pluralidad de pueblos que aconseja en otros países su organización federal, y cuando nos enfrentamos a problemas experimentados en sistemas federales. A veces uno está tentado a pensar que el desprecio al federalismo proviene de los malos recuerdos que aún perduran de la experiencia de la I República (1873). Condujeron a rehuir incluso la idea federal cuando 60 años después, al aprobarse la Constitución de la II República (1931), volvió a plantearse la alternativa territorial, inclinándose por la idea de “Estado integral”. En nuestro caso, casi medio siglo más tarde, la Constitución actual prefirió no adjetivar al sistema territorial, aunque la opinión pública acabó denominándolo “Estado autonómico”, con sentido meramente descriptivo.
La organización en Comunidades Autónomas realizada por la Constitución vigente ha sido un gran paso desde el punto de vista de la descentralización alcanzada, pero su funcionamiento presenta muchos defectos y está sometida a conflictos importantes, como actualmente el catalán, que tendría una solución más adecuada en un sistema federal.
En realidad la idea federal y su posible concreción en un Estado es sencilla, cuando se parte, como es nuestro caso, de una pluralidad de pueblos que conviven en un Estado; puede resumirse en dos ideas. La primera es la organización del poder, de las instituciones (Parlamentos, Gobiernos…), en dos niveles (federación y estados o países), con garantía de que cada institución ejercerá las facultades que le pertenecen, sin intromisión de la federación o de los otros Estados. La segunda es el respeto y la colaboración entre los distintos pueblos que integran el conjunto, a partir del reconocimiento mutuo de la igualdad substancial, sin que un pueblo pueda considerarse superior a los demás. Cabe plantearse, también, con u tratamiento específico, el reconocimiento de los denominados hechos diferenciales en aquellos territorios que los presenten.
La introducción del federalismo se está produciendo en España por dos vías: una, las fórmulas técnicas del federalismo para resolver los problemas que tenemos en la distribución competencial, la financiación, las relaciones intergubernamentales, etc. Hace 40 años sabíamos muy poco de estas soluciones pero en la actualidad contamos con experiencia para rediseñar la regulación de estos ámbitos. Otra aportación del federalismo, también para la Unión Europea, son las ventajas de la colaboración y la lealtad, hacia la federación y hacia los demás Estados. Probablemente la configuración de un Senado federal abarca los dos ámbitos, por las soluciones técnicas que ofrece para la legislación, las relaciones, la financiación y la participación en Europa.
La difusión del federalismo por las vías citadas deberá plantearse en las instituciones –por la vía de la reforma constitucional- y en último extremo deberá ser asumida por los partidos políticos, que están en posiciones muy diversas y convendría que explicitaran mejor sus posiciones porque federalismo no es una idea exclusiva de las izquierdas, de las derechas o del centro, sino que puede corresponder a todos, como la independencia judicial o la división de poderes.
Pero la aparición de las asociaciones que mencionaba al principio puede realizar una tarea pedagógica importante y proporcionar un cambio de la opinión pública, no sea que aún perdure un miedo irracional al federalismo por una revuelta que sucedió hace un siglo y medio y que además no era federal. Uno de los factores claves para el progreso de las reformas necesarias depende de la difusión que alcance la cultura federal, concepto difícil de definir, pero que sin duda, las asociaciones federales están contribuyendo a modelar.