Ante la nueva etapa política (II), por Francesc Pallarés

El tempo electoral, sin embargo, pertenece a Sánchez que se muestra partidario de acabar la legislatura. Obviamente el mejor escenario para el PSOE sería poder “amparar” las elecciones municipales, autonómicas y europeas desde un gobierno central con relativamente buen nivel de aceptación social, impulsando su buena imagen hacia los otros niveles de gobierno. A su vez ello reforzaría su enraizamiento y su maquinaria electoral cara a las elecciones generales con mejores perspectivas de éxito. No parece un escenario muy improbable. De todas maneras, la posibilidad de condicionar de manera importante los presupuestos para 2019 y más allá, 2020, por parte de la mayoría absoluta del PP en el Senado podría llevar a Sánchez a una disolución anticipada.

El diseño del gobierno está planteado en clave de elecciones. En el escenario más largo, un período de 2 años, que además en su intermedio tiene elecciones municipales y europeas en toda España, así como autonómicas en al menos 14 CCAA (quedarían fuera País Vasco, Galicia y Catalunya, siempre que no haya alguna disolución anticipada)

Abrir una agenda de gobierno sobre las expectativas y pulsiones reformistas en la sociedad, la estabilidad parlamentaria, el relanzamiento del PSOE como opción de gobierno a los diferentes niveles, y la afirmación del liderazgo de Sánchez en el partido y la sociedad son, para el PSOE, los grandes parámetros, en la dirección de configurar una opción ganadora de cara a las elecciones previstas para 2019 y a unas próximas elecciones generales.

La falta de mayoría parlamentaria propia conlleva evidentes problemas cuando entre los partidos que configuran la mayoría de gobierno existen claras diferencias en temas sociales y en temas territoriales. De todas maneras, la política desarrollada por el PP ha dejado muchos aspectos deteriorados o atrasados sobre los que pueden establecerse acuerdos sin que la diversidad sea un obstáculo insalvable. La capacidad de liderazgo se muestra en saber dirigir este tipo de situaciones. Téngase en cuenta que el esquema pluripartidista va a mantenerse de cara al futuro y por ello la excepcionalidad de situaciones de mayoría absoluta. Así, la falta de mayoría parlamentaria propia podría ser, para el PSOE en este caso, el escenario ideal a para mostrar su capacidad de liderazgo de Estado. De la misma manera que una mayoría plural como la actual, se consolide como base directora de un proyecto político realmente reformista todavía pendiente:  recuperar la Política en su pleno sentido, reforzar el papel de los ciudadanos en el desarrollo del proceso político y avanzar en una mayor igualdad social.

En el nuevo marco, es de esperar una fuerte tensión desde el inicio del curso político. Las estrategias de todos los partidos y la confrontación política tendrán como referente de futuro las elecciones de mayo 2019 y, sobre todo, las generales que deberán celebrarse como mucho a inicios del verano de 2020. Poco tiempo para definir y desarrollar políticas de gobierno. En todo caso, la buena relación entre PSOE y Unidos Podemos es elemento central para la estabilidad del gobierno y de la mayoría plural. Aunque no estará exenta de contradicciones ambos partidos tiene claros incentivos positivos al mantenimiento de esta relación.

En cualquiera de las alternativas a la nueva dirección el PP no va a salir reforzado de su Congreso. Situado desde hace tiempo a la defensiva, no tenía prácticamente otro activo que el poder, ahora perdido, y además le quedan cuentas pendientes por los asuntos de corrupción. El fiasco en el censo de afiliados y la baja participación indican claramente la gran debilidad de su posición, la falta de atractivo y de apoyo social. Sólo se ha mantenido contra el fantasma del separatismo catalán y una “recuperación económica” cuyos efectos sobre la vida de la mayoría han significado un incremento del empleo en la precariedad, así como un aumento de la desigualdad social.  Su política de oposición en lo que quede de legislatura va a basarse nuevamente en aquellos aspectos, adoptando un estilo agresivo para erosionar al gobierno al tiempo que defenderse de la competencia de Cs. De todas maneras, el PP va a estar muy ocupado en su propia crisis – que el Congreso no va a solucionar – y en sus intentos de refundación.

Cs afronta una tarea sobre dos ejes que no le será fácil de compatibilizar. Por una parte, su consolidación en el espacio conservador tradicional, de centro-derecha, intentando capitalizar la crisis del PP, principal base de sus expectativas de crecimiento electoral. Por otra, y como proyecto de futuro, necesita reubicarse como opción de centro liberal, dirección en la que parece situarse el mayor énfasis que viene dedicando últimamente a la defensa de políticas de libremercado y su proyecto de alianza con otras opciones europeas de centro liberal, como Macron.  A falta de un planteamiento de políticas más definido, en el que no parece interesado, Cs continuará enfatizando el tema de la  “unidad de España”  sobre el miedo al separatismo y a la quiebra de la integridad territorial, que le permite mantenerse en el espacio tradicional del PP al tiempo que incomoda y puede crear contradicciones en el PSOE, esperando obtener algunos réditos electorales. Le permite además establecer puentes con formaciones europeas temerosas de procesos y situaciones de independencia en su país.

El eje nacional y en especial el tema catalán serán pues elemento central en la “batalla” política. El PSOE tiene la posibilidad de superar su dependencia de una formulación nacional-estatal propia de la derecha española histórica y asumir con seguridad un planteamiento para el siglo XXI, como ya había empezado a hilvanar en un pasado cercano. El planteamiento del PP y Cs ha mostrado su incapacidad para solventar los problemas realmente existentes y en cambio su capacidad para agravarlos, creando una tensión perniciosa tanto para Cataluña como para España en su conjunto. Es necesario, pues, un nuevo planteamiento que posibilite avanzar en la salida de la difícil situación a la que se ha llegado por la irresponsabilidad de los gobiernos catalán y español y los intereses electorales de sus partidos de apoyo. La situación actual parece ofrecer una clara ventana de oportunidad para solucionar una urgente necesidad de Estado. La que parece acordada reunión de la Comisión Bilateral, que no se ha reunido desde julio 2011, tendría como base de agenda temas de transferencias, inversiones en infraestructuras y retiradas de recursos en la línea de las 46 reivindicaciones que Puigdemont entregó a Rajoy. Hay más señales positivas en la vía de una distensión en estos primeros momentos en que las relaciones entre los partidos que han posibilitado el cambio de gobierno están en fase de “cauta esperanza”. Se mantienen sin embargo recelos y dependencias derivados del conflictivo camino anterior que alteraran sin duda la linealidad del proceso. Debido a su planteamiento político integrador de la pluralidad nacional en España el papel de Unidos Podemos es fundamental para el mantenimiento de la mayoría y el establecimiento de puentes entre posiciones enfrentadas en el proceso anterior como las del PSOE por un lado y ERC o PdCAT por otro.

De todas maneras, es igualmente responsabilidad de los partidos nacionalistas (especialmente los independentistas) que este tema no rompa la mayoría actual. Además, la alternativa sólo podría ser “a peor” para el papel y la posición de los correspondientes entes territoriales en el proceso político. Pero esta cierta “capacidad de chantaje” que otorga al gobierno esta situación no puede ser recurso corriente cuando se busca integración. Además, siempre habrá partidarios del “cuanto peor, mejor” entre los sectores independentistas, viéndose reforzados por esta política, favoreciéndose de nuevo dinámicas de polarización y enrarecimiento del clima político, crisis de la mayoría actual, ingobernabilidad, …… para presentarse todos a las elecciones con el fracaso como bagaje.

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