La Unión por el Mediterráneo, ¿a la espera de otro milagro de la primavera?, por Laura Huici

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Antonio Machado, A un olmo seco

La Unión por el Mediterráneo (UpM) se viene enfrentando a serias dificultades desde el momento en que nació. Con la idea de superar los conflictos enquistados entre varios Estados de la región, se consensuó limitar los objetivos de cooperación a seis ámbitos prioritarios: la lucha contra la contaminación en el Mediterráneo, el establecimiento de autopistas por mar, la cooperación en protección civil, el plan de desarrollo de energías alternativas, en especial la solar, la creación de la Universidad Euromediterránea y el Plan de ayuda a pequeñas y medianas empresas. La idea era conseguir avanzar en la cooperación a través de la realización de proyectos concretos en estas materias. Retomando las palabras de Robert Schumann estas realizaciones concretas podrían sentar las bases de una futura relación más estrecha entre los 27 Estados miembros de la Unión Europea (UE) y los países del Mediterráneo (incluidos Jordania y Mauritania), no miembros de la UE.

Sin embargo, surgida en el inicio de la crisis financiera internacional, esta configuración por proyectos de la UpM comporta la seria dificultad de encontrar financiación para su desarrollo. Esta ha sido la principal responsabilidad de la Secretaría de la UpM, asentada en el Palacio de Pedralbes de la ciudad de Barcelona, desde marzo de 2010. Ante este difícil reto, la UpM ha sufrido la renuncia de dos Secretarios Generales. El primero, el jordano Ahmad Masadeh, abandonó el cargo apenas un año después de su nombramiento. Su sucesor, Youssef Amrani, dimitió para ocupar el cargo de Viceministro de Relaciones Exteriores de Marruecos. Marruecos quiso manifestar su apoyo a la organización proponiendo un nuevo candidato, Fathallah Sijilmassi, que es actualmente el Secretario General de la UpM.

Los cambios acaecidos en los países del Sur del Mediterráneo han sido otro de los condicionantes de la UpM. Este foro que se crea precisamente con la idea de alejar el debate de los temas políticamente conflictivos, se ha visto desbordado por esta nueva realidad, frente a la que ha sido incapaz de reaccionar. Careciendo de medios o competencia alguna en la materia, la UpM no ha jugado ningún papel en el desarrollo de los acontecimientos. Los Estados parte la han relegado así a un tercer o cuarto plano.

Finalmente, la limitación de las competencias al enfoque por proyectos no ha sido suficiente para evitar que los conflictos y tensiones entre los Estados parte hayan jugado en contra de la cooperación. Así, la institucionalización que supone la UpM frente al modelo de diálogo anterior, en vez de aportar ventajas ha evidenciado las dificultades y los límites en las relaciones entre los Estados parte. El establecimiento de estructuras de funcionamiento permanente, como la Secretaría, o periódico, como las cumbres, lejos de garantizar un diálogo constante, han puesto de manifiesto la falta de unidad y consenso debiéndose dilatar a menudo las reuniones previstas por las tensiones existentes. La organización de la Secretaría y la designación del Secretario General también fueron complejas, optándose finalmente por un modelo que permitiera la presencia de un mayor número de Estados a través de la creación de cinco Subsecretarias.

Pese a todo lo anterior, no cabe ninguna duda de que la cooperación euromediterránea constituye una necesidad creciente y la UpM, con sus limitaciones y sus virtudes, es el foro regional de cooperación. Aunque algunas voces alertan sobre el fin anunciado de esta estructura, pequeñas realizaciones en el desarrollo de proyectos prioritarios, como el del Plan Solar, hacen surgir nuevas expectativas.

En este contexto, tiene interés la publicación del libro La Unión por el Mediterráneo: retos de la cooperación institucionalizada en la región. Esta obra editada conjuntamente por el Instituto de Derecho Público (IDP) y el Centro de Estudios Internacionales de Barcelona, contiene algunas de las ponencias presentadas a la Jornada organizada por el IDP, en mayo de 2010 al objeto de debatir sobre la naturaleza jurídica de la UpM y su Secretaría, así como, de su función en el desarrollo de la cooperación en materia medioambiental, de inmigración o en relación a la diversidad cultural. Las presentaciones de los ponentes y los debates posteriores con los participantes pusieron de manifiesto, ya entonces, las dudas sobre la viabilidad de la UpM, así como su potencial. Es la UpM  ¿una Unión para construir un nuevo marco de las relaciones en el Mediterráneo? ¿Tiene un contenido real? Los Estados del Mediterráneo tienen sin duda una historia común – aunque sea una historia de enfrentamientos y desunión – El reto sin duda es hacer del Mediterráneo un mar de Unión. El libro recientemente publicado contribuye a la reflexión en la realización de este objetivo.

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