Las elecciones que acabaron con el franquismo, por Andreu Mayayo

De aquel 1977 que conmocionó al país y dejó atrás el franquismo, el Gobierno de la Generalitat ha querido hacer hincapié en la conmemoración del cuadragésimo aniversario del retorno del presidente Josep Tarradellas. El mensaje “clar i català” (conservador) pregona que el restablecimiento de la Generalitat fue gracias a la firmeza de Josep Tarradellas, el cual, después de hacer de albacea en el exilio, nos la trajo casi bajo el brazo tal como lo hizo con el corazón del presidente Francesc Macià. Sin embargo, conviene subrayar que el regreso de Josep Tarradellas no es la causa del restablecimiento de la Generalitat sino la consecuencia de los resultados de las elecciones del 15 de junio de 1977, con una mayoría del 80% de los votos a manos de las fuerzas políticas favorable al restablecimiento de la Generalitat y, también hay que decirlo, del retorno del presidente Tarradellas.

Los catalanes con su voto “clar i català “(de izquierdas) bien patente con el triunfo contundente en Cataluña de la candidatura al Senado de la Entesa dels Catalans (sin Convergència, ni Unió), enviaron a la papelera de la Historia al Consejo General de Cataluña (una especie de Mancomunidad) que, pocos meses antes, Adolfo Suárez se había sacado de la manga y al que personas como Ramon Trias Fargas no opuso ningún reparo. En todo caso, Adolfo Suárez ninguneó la Asamblea de Parlamentarios con una mayoría de izquierdas y prefirió dejar en manos de Josep Tarradellas, con el apoyo entusiasta del centrismo catalán, la gestión de la Generalitat restablecida provisionalmente. Y sí, la Generalitat se restablece antes de la aprobación de la Constitución, pero en el marco de la legalidad española y hasta «la entrada en vigor del régimen de autonomía que pueda aprobarse en las Cortes». Josep Tarradellas, a diferencia del Lehendakari Jesús Mari Leizaola que pasó el testigo justo cuando volvió y la Asamblea de Parlamentarios vasca escogió el viejo dirigente socialista Ramón Rubial, volvía para ejercer de presidente. En este sentido, si Josep Tarradellas hubiera fallecido, por poner un ejemplo, el nuevo presidente de la Generalitat hubiera sido nombrado por el presidente del Gobierno español.

El Gobierno de la Generalitat no es el único que nos da gato por liebre, en un ejercicio paradigmático de manipulación memorialística desde el poder político. El Gobierno español tampoco esconde la brocha gorda en el relato oficial de la Transición y, muy especialmente, calificando, sin rodeos, de democráticas las elecciones del 15 de junio de 1977. Las primeras elecciones democráticas, dicen, y hay que suponer que se refieren a después de la muerte de Franco.

La importancia y la trascendencia de las elecciones del 15-J no nos debe hacer olvidar su naturaleza no democrática y, mucho menos, constituyente. En este sentido, al igual que con el restablecimiento de la Generalitat, la democracia no es la causa sino la consecuencia de las elecciones del 15-J. Las elecciones no se convocan con carácter constituyente, sino que son los resultados de las elecciones los que hacen posible abrir un proceso constituyente y dar, a posteriori, el carácter y el nombre de legislatura constituyente. Basta con leer el decreto de convocatoria. Asimismo, cuando los dirigentes y la propaganda del partido gubernamental (Unión de Centro Democrático) hablan de reformar la Constitución se refieren a «La Ley de Principios Fundamentales del Movimiento». De hecho, la «Ley para la Reforma política» (ojo! A la preposición para y no de) se aprueba como la octava ley de los Principios Fundamentales del Movimiento. En resumen: lo que prometían, siguiendo el criterio de Torcuato Fernández Miranda (de la ley a la ley), era reformar las leyes franquistas.

Franco murió en la cama, pero las movilizaciones, sobre todo obreras, hicieron imposible la continuidad (Arias Navarro) y la reforma (Adolfo Suárez) del franquismo. Con todo, la transición a la democracia no se hizo en un marco rupturista, con un gobierno provisional de concentración democrática, que convocara unas elecciones a Cortes constituyentes. Adolfo Suárez consiguió tomar la ofensiva a la oposición democrática, liquidar las Cortes orgánicas y establecer las condiciones de unas elecciones por sufragio universal (a partir de los 21 años) y pluripartidistas. Los cantos de sirena de Adolfo Suárez dividieron la oposición y algunas fuerzas políticas, como CDC (Jordi Pujol), EDC (Ramon Trias Fargas) y UDC (Anton Cañellas), no dudaron en dar libertad de voto en el referéndum de la Ley para la reforma política mientras otros eran detenidos pidiendo la abstención por la falta de garantías democráticas.

La victoria incontestable en el referéndum de Adolfo Suárez ante el inmovilismo del búnker le permitió imponerse (no negociar!) el escenario de las nuevas elecciones y, muy especialmente, la ley electoral (todavía intocable!). Asimismo, la promesa de no presentarse pronto se desvanece y, tras un viaje a Estados Unidos, anunció su candidatura a la vez que una subida del 27% de las pensiones. Ni tampoco tuvo reparos en imponer su presencia televisiva, en el primero de los diez spots publicitarios emitidos (en un sorteo trufado tal como ha reconocido el director de RTVE de la época, Rafael Ansón), en el último día de campaña electoral. Toda la maquinaria del Estado, desde los gobiernos civiles hasta los medios de comunicación de titularidad pública (no había televisiones privadas y las radios privadas tenían que reproducir únicamente los informativos -el parte- de RTVE) pasando por el dinero de los petrodólares lubricados por el Rey, estuvieron al servicio de la candidatura gubernamental. No a favor de la democracia, como dicen algunos, sino del Rey y de la UCD.

Los comunistas del PCE y del PSUC fueron legalizados en el último momento. Más de sesenta partidos, entre ellos ERC y el Partido Carlista, no pudieron presentarse con su nombre y apellidos. En las cárceles aún había más de cuatrocientos presos políticos. El censo, que impidió votar a cientos de miles de personas, fue el gran protagonista de la jornada electoral. Los pucherazos en las urnas y las actas fueron numerosos. Los resultados por circunscripciones tardaron un par de días. En Madrid el recuento oficial duró más de un mes…

Sin embargo, el resultado de las elecciones permitió abrir un proceso constituyente desde el Parlamento y aprobar la Amnistía, de la que, sin embargo, fueron excluidos los militares demócratas. En Cataluña, sólo diez días más tarde se constituía la Asamblea de Parlamentarios y el presidente Suárez activaba la operación Tarradellas. El 29 de septiembre de 1977 el BOE publicaba el Decreto de restablecimiento de la Generalitat, que deroga, entre otros, el decreto de 5 de abril de 1938, por el que Franco derogaba el Estatuto de 1932. Todo ello en cien días, verano incluido.

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